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14,73 €Delicadeza y precisión, imaginación y vida. Charles Bertin escribió esta suerte de novela autobiográfica, este relato memorialÃstico emocionante, en estado de gracia, ofreciéndonos uno de los mejores textos de la literatura belga del siglo XX.
Pocas novelas han narrado el «gran mundo» que puede encerrar un «pequeño jardÃn» como ésta. JardÃn de la memoria, jardÃn de recodos y escondrijos en los que aún habita, más misteriosa y colorida que nunca, la infancia. Territorio en el que encontrarse de nuevo, volviendo la vista atrás, con la intimidad de una abuela, que es, sobre todo, compañera de aventuras, descubridora del mundo, cómplice en las primeras lecturas e incluso consoladora de tristezas; y también, al mismo tiempo una «pequeña dama» comprometida con su tiempo, con la vida de las demás mujeres, humilde y poderosa a la vez, una conciencia viva, un verdadero referente moral: es decir, una anciana con la misma energÃa que un niño.
Para el pequeño Bertin pasar los dos meses de vacaciones con su abuela en Brujas supone, cada verano, la recompensa suprema a sus esfuerzos escolares. La abuela Thérèse-Augustine, frustrada por haber sido retirada del colegio demasiado joven por un padre que privilegió la formación de sus hijos varones, y siempre ávida de aprender, arrastra a su nieto a los inmensos territorios del saber y el amor a la existencia. Es ella, sin ninguna duda, quien da vida y puebla este jardÃn, quien comparte la infancia de su nieto para insuflarle su magia y su tesón.
Delicado pero no blando, intimista pero no ensimismado, este doble retrato está construido con una ternura, valga la paradoja, «punzante». No hay aquÃ, gracias a una prosa ejemplar, digresiones gratuitas, melancolÃa de escaparate: todo lo que se dice en este libro es exacto y verdadero; y, además, bellÃsimo.