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17,05 €"Alguna vez pensamos en que estas inquietudes sevillanistas no sean sino una aberración; se nos ocurre imaginar que acaso todas estas perplejidades, toda esta complejidad, no sea realmente más que una sensación primitiva, bárbaramente subjetivada, que se repite de modo invariable ante el espectáculo de lo que nos es familiar. Tal vez el alma de Sevilla esté solamente en una aberración espiritualista de los sevillanos; pero si esa aberración fuese general, si hubiese sido infundida en nosotros y nosotros pudiéramos infundirla a nuestra vez, alma de Sevilla serÃa ella." Este es el primer libro de Manuel Chaves Nogales, escrito cuando el autor tenÃa 23 años y estaba literalmente marchándose de la ciudad a la que se lo dedica, Sevilla. La increÃble lucidez de Chaves Nogales, que le da siempre a su obra ese aire de actualidad retrospectiva, le hace ser consciente,ya en ese fecha, del propio juego que implica otro libro sobre Sevilla. Desmenuza una especie de dinamismo modernista propio del carácter de su ciudad por el que puede digerir los antagonismos y contradicciones, los tópicos y las formas extrañas "con una despreocupación inconcebible". Está todo: el pretil de azotea y el incomparable crepúsculo, el tipo sevillano y la reivindicación de la mujer, las gentes de barrio y las santas Justa y Rufina, la Sierpes y la Macarena, los patios y los cafés, la Semana Santa y el Gran Poder, los gitanos y el cante, el extrarradio y las tensiones sociales, las peinetas y el romanticismo, el turista y la Expo, la tragedia de AndalucÃa y el andalucismo... Por su enorme clarividencia, este libro encierra quizás los párrafos más agudos sobre Sevilla, ya para detectar sutilmente o afirmar rotundamente sobre el carácter de la ciudad, una ciudad eterna, ?porque ha hecho de su vida su propia religión?. Con prólogo de MarÃa Isabel Cintas Guillén
Manuel Chaves Nogales (Sevilla, 1897-Londres, 1944) es hoy una de las referencias de la literatura y el periodismo español del siglo XX. En 1921, justo mientras dejaba preparada la publicación de este su primer libro, La ciudad, precisamente dedicado a escudriñar el alma difÃcil de su ciudad natal, marchó a Madrid, con escala en Córdoba, para hacer carrera en el cambiante mundo del periodismo. Como redactor jefe de El Heraldo y director de Ahora se convirtió en la referencia más avanzada del periodismo en la época de la República, llegando a ser contertulio del presidente Azaña. En esos años conquista la cima periodÃstica con sus grandes reportajes denuncia sobre la Rusia bolchevique y los regÃmenes fascistas. Su obra literaria, entre el periodismo y la novela, dejó varios libros fascinantes de tema ruso: La vuelta a Europa en avión, La bolchevique enamorada, Lo que ha quedado del imperio de los zares y El maestro Juan MartÃnez que estaba allÃ. Y en 1935 conquista un enorme éxito editorial con su archiconocida serie periodÃstica sobre Juan Belmonte en La Estampa y La Nación, que serÃa publicada en forma de libro y le darÃa fama internacional. Con la guerra tuvo que abandonar España y, tras un periodo en ParÃs, del que surge buena parte de su libro La agonÃa de Francia (1941), se instala en Londres donde seguirá desarrollando una labor periodÃstica internacional de primera fila. En el clima de exilio y guerra, con la salud muy desmejorada, una desafortunada intervención quirúrgica le produjo la muerte mientras preparaba un libro con los testimonios de refugiados de la ocupación